Cuatro destinos trágicos en una fotografía


Tanto los fotografiados como el autor de esta imagen estaban, sin saberlo, a pocos años de una tragedia

En el estudio de Sorolla, en Madrid. S.M. el Rey D. Alfonso XIII al salir del estudio del insigne pintor don Joaquín Sorolla acompañado del general Fernández Silvestre+ info
En el estudio de Sorolla, en Madrid. S.M. el Rey D. Alfonso XIII al salir del estudio del insigne pintor don Joaquín Sorolla acompañado del general Fernández Silvestre - Ramón Alba

Ramón Alba fotografió el 23 de febrero de 1918 a Alfonso XIII y el general Manuel Fernández Silvestre en la magnífica residencia del gran pintor Joaquín Sorolla en Madrid –sede actual de su museo-, en la calle Martínez Campos. Es una escena plácida de tres triunfadores que estaban, sin saberlo, a pocos años de su fin, trágico en todos los casos.

Alfonso XIII (1886-1941) tendría que tomar el camino del exilio trece años después. Joaquín Sorolla (1863-1923), que entonces estaba en plenitud de facultades, a cuatro días de cumplir cincuenta y cinco años, sufriría un ataque de hemiplejía en 1920 que le paralizaría el lado izquierdo. Sin poder pintar, fue languideciendo lentamente, pese a los atentos cuidados de su familia, hasta fallecer en su casa de Cercedilla (Madrid) en 1923. Y por último Manuel Fernández Silvestre (1889-1921), ayudante de campo del Rey Alfonso XIII desde 1915, había ascendido a general de brigada por méritos de guerra con 46 años y pronto sería nombrado general de división. Apenas tres años después, en 1921, falleció durante lo que conocemos como «desastre de Annual», según algunos testimonios luchando junto a sus oficiales, según otros porque se suicidó. En cualquier caso, tres finales trágicos de hombres de éxito, que en aquel día soleado de febrero de 1918 estaban en plenitud de forma y con toda la vida por delante.

Pero la tragedia estaba cerca también de quien tomó la imagen. El fotógrafo Ramón Alba (? – 1919) fue uno de los autores más prolíficos y su firma aparece en el diario ABC prácticamente desde su fundación. Antes ejerció la abogacía en Filipinas, y al regresar a España optó por la información gráfica. Alba realizó la primera fotografía aérea de prensa, en 1909, desde un globo en Melilla y recibió la cruz del Mérito Militar roja por su atención a los heridos en combates en la Guerra de Marruecos. Murió en 1919, apenas un año después de esta fotografía. En la nota necrológica publicada por ABC se decía de él: «Su acierto, unido a su corrección, le abrieron las puertas de todas partes, y era bienquisto en el Palacio Real como en los Centros más humildes del obrerismo».

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