JUAN VICENTE RECLAMA "VIVO O MUERTO" A LOS LÓPEZ ORTEGA Por Víctor José López
VIVOS O MUERTOS
Cuando un hombre estúpido hace algo que le avergüenza, siempre dice que cumple con su deber
GEORGE BERNARD SHAW
Fue en 1923, el 30 de junio cuando Juancho Gómez fue asesinado a puñaladas en el Palacio de Miraflores. Hermano de Presidente de la República, Primer Vicepresidente y Gobernador del Distrito Federal. Ese mismo día Juan Vicente Gómez le ordenó a Julio Hidalgo la inmediata inhumación del cadáver de su asesinado hermano; y, como actúa un régimen totalitario, acusó a la oposición que estaba en el destierro de ser la autora intelectual del crimen. Gómez actuó directamente ordenándole al Jefe de la Policía capturar a Eudoro López y perseguir, y capturar “vivos o muertos”, al doctor López y a sus hijos Rafael Ernesto, Eudoro Santiago, Víctor Manuel y Leopoldo Enrique López Ortega.
El doctor Alfredo Jahn, las familia Vegas Sanabria y Vegas Sánchez de los hermanos Martín y Rafael Vegas, ciudadanos ejemplares que en el tiempo le entregaron su vida a la Educación y a la Investigación Científica en beneficio de los venezolanos, y la de Carlos Brandt, venezolano universal reconocido en el mundo por las mentes más esclarecidas de la época, le advirtieron al doctor Eudoro López de su situación, que de inmediato huye y se enconcha. La familia es perseguida, sin descanso ni tregua y permanentemente acosada.
Rafaela Ortega Barreto, su esposa, preocupada como madre por la suerte de sus hijos les alerta, ordenándole a Rafael Ernesto taparse, esconderse y en última instancia asilarse. Éste se asila en la Embajada de México. Más tarde lo hará en la Embajada de los Estados Unidos. Sabia e intuitiva Rafaela les anuncia: “Escóndanse porque al primero que van a poner preso es a Eudoro Santiago”.
Eudoro Santiago era el segundo de los hermanos López Ortega; y, su vida, era sus estudios universitarios en la Escuela de Ingeniería. No participaba Eudoro Santiago en política como lo hacían su padre Eudoro y su hermano Rafael Ernesto; pero la madre, siempre la madre tenía razón. La policía le hizo preso, estando en su casa mientras repasaba sus estudios en época de exámenes. Sin juicio, ni acusación o imputación en base a pruebas de ninguna especie, fue detenido y enviado al Castillo Libertador de Puerto Cabello donde permaneció un par de años secuestrado por causa de la ira que embargaba a Juan Vicente Gómez. El acoso a los López Ortega repercutió en la vida y en el hogar de las familias de sus amigos Brandt, Jahn y los Vegas Sanabria que vivían en La Pastora, de Truco a Guanábano 117. Entre la familia Vegas estaban el eminente educador Rafael Vegas Sánchez, su hermana Luisa Amelia y su hermano el dermatólogo Martín Vegas venezolaos eminentes que destacaron como educadores, investigadores y combatientes activos en contra de la dictadura de Juan Vicente Gómez.
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Rafael Vegas |
Rafael Vegas, nuestro maestro en el Colegio Santiago de León de Caracas, perteneció al Movimiento Estudiantil contra el tirano. Tuvo muy activa y destacada participación en el movimiento estudiantil de la Universidad de Caracas en 1927. Lo hizo como dirigente de la Sociedad de Estudiantes de Medicina y también como miembro de la Federación de Estudiantes de Venezuela. En la nueva etapa de su figuración pública, ya que la FEV había sido clausurada por el gobierno gomecista años antes. El 15 de marzo de 1927 fue elegida la nueva directiva de la agrupación. Le tocó al estudiante Rafael Vegas dirigirla. Los sucesos de la histórica Semana del Estudiante se iniciaron el 6 de febrero con la manifestación pública de los fevistas desde la Universidad Central, situada entonces entre las esquinas de Bolsa a San Francisco. Se manifestó con una marcha hasta el Panteón Nacional, fue el día que Jóvito Villalba pronunció su célebre discurso contra la tiranía que asolaba la nación. Eso mismo hizo, ese mismo día, en la Plaza Ribas de La Pastora, Joaquín Gabaldón Márquez y horas más tarde, en el Teatro Municipal, Pío Tamayo Dos días más tarde, el 8 de febrero, Rómulo Betancourt en el Teatro Rívoli. Casi inmediatamente fue ordenada la prisión de Villalba, Betancourt, Tamayo y Guillermo Prince Lara En solidaridad con ellos el resto de los estudiantes se entregaron el 17 de febrero, Vegas entre ellos, y fueron enviados detenidos al Castillo Libertador de Puerto Cabello. A los pocos días quedaron libres. Inmediatamente Vegas se unió al grupo de civiles y militares quienes intentaron la sublevación del 7 de abril del mismo año. Ante el fracaso de ésta, Vegas huyó del país y se fue a Francia. El 7 de junio el barco en el cual viajaba lo dejó en el puerto francés de Le Havre
Los resultados de las investigaciones del asesinato de Juancho nunca llegaron a conocerse, o si se develaron nunca fueron informadas. Las actuaciones judiciales estuvieron a cargo del juez Horacio Chacón y las averiguaciones del gobernador Julio Hidalgo. El mismo presidente Gómez se encargó personalmente de los principales acusados. Como autor material del crimen señaló al capitán Isidro Barrientos, miembro de la Guardia de Miraflores. Barrientos fue detenido en unión de un primo suyo, el Inspector de Jardines de Caracas y del criado de confianza de Juancho Gómez, de nombre Encarnación Mujica. Los acusados fueron condenados por el juez a 20 años de presidio, pero tiempo después fueron sacados de la cárcel y asesinados por la policía.
Acosados los López Ortega, Eudoro y sus hijos, viven enconchados unos, exiliados otros evitando la prisión inevitable ante la inexistencia de justicia en Venezuela. Fueron largos los años de acoso. El doctor Eudoro López recurrió a los más variados y diversos caminos disfrazado de sacerdote o vestido de mujer, en funciones de maestro de Inglés o de pianista aprendiz y hasta de jardinero. Vivió cerca de dos años enconchado. Tuvo que ingeniárselas fuera de la ciudad, metido en una choza en un recoveco de alguna trocha o camino o el recodo de alguna carretera. Siempre esquivando al espionaje del régimen o a la traidora delación, lo que era muy común por ser repartidora de miserias entre los aterrados venezolanos.
Rafael Ernesto, el mayor de sus hijos, vivía un momento estelar en el Oriente de Venezuela. Graduó de Médico con honores de la Universidad Central, formó con los doctores Pepe Izquierdo , Enrique Tejera, Rafael Vegas y otros eminentes y jóvenes galenos una de las generaciones de médicos más importantes de América. El doctor Rafael Ernesto López se había radicado en el Oriente de Venezuela, donde gracias a programas de las empresas petroleras fundó y organizó Hospitales en distintas poblaciones orientales. Creó escuelas de enfermeras, exigiéndoles el aprendizaje del inglés para ejercer su profesión. Son muchos los testimonios de sus logros que nos ha transmitido el doctor Feliciano Acevedo, su primo y su alumno, de cómo Rafael Ernesto creó centros de asistencia pública Guayana adentro, más allá del Orinoco y del Ventuari, metido en la profundidad de Canaima inhóspita. Sin comunicaciones, sin dinero, sembrando civilización en la selva.
La persecución ordenada en contra de su padre, el doctor Eudoro López Correa, obligó a Rafael Ernesto huir de Venezuela. Lo hizo disfrazado de marinero con uniforme de la Armada de los Estados Unidos de América. Gracias a su piel clara, sus ojos azules y rubia cabellera confundiéndose con un Musiú. Ante el acoso y la persecución de los esbirros, Rafael Ernesto se asiló en la Embajada de México; pero, ante las dudas de la de- legación diplomática la abandonó para asilarse en la Embajada de los Estados Unidos, aprovechando contactos que había hecho con directivos de las empresas petroleras con las que trabajó en su estada en el Oriente de Venezuela. Para llegar al Puerto de La Guaira, Rafael Ernesto tuvo que cruzar la ciudad vestido de marinero y en el puerto abordó un submarino de la Armada Norteamericana.
Víctor y Leopoldo, muchachos de 17 años de edad, no fueron tan afortunados y escaparon hasta Valencia, donde tuvieron que atravesar terrenos de Aragua, gomeros en sus raíces. Desde tierras carabobeñas, donde familiares y amiga les escondió, cruzaron media Venezuela hasta llegar a las playas del Río Apure. Más tarde, navegando por el Orinoco, fueron detenidos en Ciudad Bolívar por los esbirros de Juan Vicente Gómez.
En Angostura escaparon de los agentes del gobierno, huyendo hacia Trinidad con identidades y papeles forjados: documentos que los registraron como Manuel y Luis Innes. En Trinidad abordaron un buque mercante con el que continuaron camino a Nueva York en un escape digno de Hollywood.
Eudoro Santiago, Ingeniero, inocente de cualquier cargo en su contraste no quiso esconderse porque, sinceramente, creía en la Justicia. Sin pruebas y solo por ser hijo de Eudoro López, fue encarcelado y enviado al Castillo de Puerto Cabello. Más tarde, a los años de haber estado preso, sin juicio insistimos, secuestrado en el Castillo de Puerto Cabello, al constatar sus esbirros que no existía un detalle, una sola prueba condenatoria, lo expulsan de Venezuela a la fuerza, por el pecado mortal de ser un López Ortega. Falta suficiente para ser condenado para los esbirros del gomesismo.
Los cuatro hermanos López Ortega, regresarían más tarde a Venezuela con un equipaje lleno de proyectos. Habían abandonado el hogar, la patria y las universidades, con las manos vacías y el corazón lleno de Venezuela. Regresaron para ayudar crear un gran país, fundando escuelas, cátedras universitarias, hospitales y clínicas. Fue labor de los hermanos López Ortega, el encender antorchas de civilización en la catacumbas medievales del gomesismo.
Eudoro López padre no se fue al destierro.
La orden de persecución que Gómez le dio a Julio Hidalgo, Gobernador de Caracas y plenipotenciario militar en la capital, fue de detenerlo como diera lugar, una orden alcanzaba a sus hijos, esos “malos hijos de la patria” como los calificaba Juan Vicente Gómez, lo mismo como más tarde harían Hugo Chávez y Nicolás Maduro, descalificando a quienes no les acompañaran en su vergonzoso desastre político. Para los tiranos siempre serán enemigos y apátridas quienes adversen la corrupción y la revolución. Nicolás Maduro, la herencia que le dio Chávez a Venezuela y los venezolanos, un siglo después, cuando se referiría a Leopoldo Lopez Mendoza, el bisnieto de Eudoro, lo hace como traidor, apátrida y hasta calificándole de monstruo porque siguió el camino trazado por los abuelos izando banderas de rebelión, convirtiéndose en el líder y el conductor que alzaría las banderas de la patria digna con la que los tiranos enterraron a su abuelo.
Hugo Chávez acusó a Leopoldo López Mendoza de asesino. Le ordenó a Luisa Ortega, lo que la Fiscal acató, sentenciarle por reclamar ante el mundo los derechos de los hombres y de las mujeres, vivir en libertad. Fueron “malos patriotas” los hermanos López, eran “malucos” según Juan Vicente Gómez, porque dudaban de la condición de monarca que Dios le había concedido al dictador. Creencia que se extendió con fundamento de sincretismos religiosos, brujos y espiritistas. Entre los seguidores del chavismo, hubo quienes convirtieron a Hugo Chávez en un dios supremo y divino protector de bandidos y corruptos, catequizados como albañiles para la destrucción de la nación. En 1923 los caminos de la dignidad y de la libertad fueron sembrados de cárceles, asesinatos y destierros por el gomesismo. A los viejos caudillos se los tragó el ostracismo, y allende nuestras fronteras dedicaron días y noches del resto de su existencia en forjar la imposible unidad revolucionaria. Los jóvenes desterrados corrieron una mejor suerte, no obstante las difíciles circunstancias que rodeaban sus vidas. Pudieron concurrir a universidades organizadas para atender los requerimientos culturales y científicos del mundo en revolución.
Eudoro López intentó viajar a Estados Unidos, pero Inmigración lo fichó por sus acciones políticas en anteriores visitas a la Unión Americana. No le dieron visa norteamericana y debió irse a Colombia, donde junto a Oscar Larrazábal trabajo desde el exilio. Su precaria situación económica, la misma que el resto de venezolanos exilados, le recomendó vivir en Ocaña, Norte de Santander, en Colombia, ciudad conectada a Venezuela por carreteras con Bucaramanga, Cúcuta y Santa Marta. Mientras, en Nueva York, Rafaela Ortega Barreto de López, la hija de Leopoldo Ortega, su esposa y madre de sus hijos , hacía trámites para lograr su admisión en territorio estadounidense. Entre las muchas diligencias realizadas por Rafaela de López, algunas de ellas organizadas por Rafael Ernesto su hijo mayor y en ese momento con muy buenos contactos en los Estados Unidos, tocaba puertas importantes como la de su amigo el Alcalde Fiorello La Guardia, de Nueva York. A doña Rafaela Ortega de López no se le moría el muchacho en la barriga, y le escribió, por iniciativa propia, varias cartas a la Eleanor Roosevelt, la esposa del presidente Franklin Delano Roosevelt. La angustiada esposa le contaba en su epistolario a la primera dama de los Estados Unidos las vicisitudes vividas por su esposo. Le explicaba la situación de Venezuela, lo que sucedía al sur de la frontera de la Unión Americana.
Rafaela fue víctima de burlas por parte de sus amigos y algunos de los paisanos en el exilio ... Hasta que, una mañana en su residencia en Nueva York, el cartero llevó a su casa una carta procedente de Washington con sellos y sobre de expedidor procedente de la Casa Blanca. Su remitente, la señora Roosevelt y en la carta le informaba que el caso de su esposo estaba siendo estudiado. A los días Eudoro López tenía visa de ingreso a los Estados Unidos. Pudo viajar, reuniéndose con Rafaela, su es- posa y sus hijos en Nueva York.
Eudoro descubrió que su familia había crecido, tenía dos nietas: Gloria, hija de Rafael Ernesto, e Hilda, hija de Eudoro Santiago. Las dos nacidas durante el exilio en Nueva York.
Hasta el año de 1934, cuando fallece en Nueva York, el doctor Eudoro López se mantuvo activísimo. Sus restos permanecieron en territorio extraño hasta que fueron repatriados por sus hijos para enterrados en el Cementerio General del Sur en Caracas, lo que ocurrió el primero de julio de 1946 luego de pasar bajo cobijo del Mausoleo de Joaquín Crespo su primera noche en la patria.
Noche de tormenta y tempestad eléctrica.
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